«Este niño no está endiablado ni enyerbado, no es hombre ni animal, no es monstruo ni bestia. Es una criatura de los tiempos». Anónimo Hernández no es un personaje nuevo en la narrativa de Mauricio Bares y en esta historia confirma que nombre es destino. La vida y los milagros de este niño «feo» suceden en el extinto Distrito Federal. A pie, en cocodrilo o en transporte público seguimos la ruta emocional y formativa de una prematura pero hábil personita que va dejando sus huellas por fallidas instituciones como la religiosa, la militar y la civil, sólo para dejarnos claro que la escuela más ruda siempre será la vida. El caos (nombre que usa Anónimo para bautizar el juego de palabras que «inventan» él y sus hermanas) no apela al desorden en el sentido literal y popular del término, más bien alude a sistemas irregulares o altamente impredecibles, como el incontrolable crecimiento demográfico de la ciudad capital o la supervivencia de un ser humano débil y pequeño en ella. Aunque los problemas con la autoridad y su latente vena subversiva jamás fueron proporcionales a su peso y talla, la falta de un nombre común no hizo mella en el espíritu del protagonista, al contrario, fue el amplio espectro nominal lo que le permitió sortear, de las maneras más insólitas, las diferencias entre sus deseos personales, las preocupaciones de su familia y los intereses de la sociedad. Bares juega y se divierte mientras explora las relaciones semánticas entre los sinónimos, antónimos, parónimos, homónimos e hipónimos, al mismo tiempo que nos hace reír con la historia «anónima» de un escritor en ciernes cargado de ilusiones. América Gutiérrez * En las Novedades de la Editorial el envío es gratuito, a cualquier parte de la República Mexicana. Si por algún motivo no aparece así en la sección de compras, favor de seleccionar manualmente la opción “NO”, en el apartado Envío. |